martes, julio 31, 2007

hawa ya moyo...

Es que mi sol anda hoy un poco nublado...

Me asusta, me estremece y me encoge.
En mi transcurrir en la vida he ido creando escondites, concebidos para buscar refugio, pintando sueños en las nubes para que nadie pudiera alcanzarlos, distinguiendo hadas y duendes entre la maleza para poder amar sin tenerles miedo. He ido avanzando a trompicones, y sola. Siempre sola aún teniendo compañía, con la única perspectiva de mi anhelado futuro, el compartir. Siempre alerta por cualquier contingencia, pero con la óptica clara aún cuando no daba pistas la vida de donde encontrarlo. Sintiendo el destierro en soledad, abandonando al desamparo la cólera del mar. Pero sintiendo cada vez más cercano el desencanto y la desesperanza. Sintiendo que aceptaba con serenidad la derrota. Sintiendo que la vida era una divina comedia llena de locos, farsantes y payasos, que me desplazaba por ella sin guía ninguno y que solo un cuento podía hacernos alcanzar las virtudes humanas.
Pero apareciste de pronto en mi vida. Y desde el primer instante quisiste cuidarme con tus ojos. Sentí, sin conocerte, tu velar en la noche y tu abrigo en la escarchada mañana.
Conmovida e inquieta por una emoción que no era capaz de controlar fui entregándome de a poquito. Con turbación y cobardía. Con un sí pero no. Con un ‘cuidado’ siempre colgado del hombro.
Pero es tu entrega, y tu dedicación quién todo lo teje. Tu ofrenda en pequeños fascículos quién va levantando la historia. Tu saber escuchar y querer entender, tu querer conocer e inmiscuirte en mi pensar, con mi plena aprobación y entusiasmo. Tu gran forma de amarme. Tu necesidad de cariño, desde dentro y hacia fuera. Tu querer ser más que dos. Tu fusión. Tus detalles, a cada instante, tu noble corazón. Tu amplio horizonte cuya imagen contiene ya dos sombras cogidas de la mano. Tu querer estar ahí, para siempre, aunque solo el tiempo pueda poner la última nota, la última palabra.
Y por esto, y por cosas que aún voy descubriendo… has hecho que salte al vacío, que me lance a esta historia con una seguridad que aún no domino, que me es desconocida, y sobre todo, con una desmedida felicidad que aún me exalta por no saber si puede ser de verdad real. Cada día eres mi refugio, mi amor y mi compañía.

Parpadeo:


‘Esa pared me inhibe lentamente

piedra a piedra me agravia

ya que no tengo tiempo de bajar hasta el mar

y escuchar su siniestra horadante alegría

ya que no tengo tiempo de acumular nostalgias

debajo de aquel pino perforador del cielo

ya que no tengo tiempo de dar la cara al viento

y oxigenar de veras el alma y los pulmones

voy a cerrar los ojos y tapiar los oídos

y verter otro mar sobre mis redes

y enderezar un pino imaginario

y desatar un viento que me arrastre

lejos de las intrigas y las máquinas

lejos de los horarios y los pelmas

pero puertas adentro es un fracaso

este mar que me invento no me moja

no tiene aroma el árbol que levanto

y mi huracán suplente ni siquiera

sirve para barrer mis odios secos

entonces me reintegro a mi contorno

vuelvo a escuchar la tarde y el estruendo

vuelvo a mirar el muro piedra a piedra

y llego a la vislumbre decisiva

habrá que derribarlo para ir

a conquistar el mar el pino y el viento’

(Mario Benedetti)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nakupenda