Me asusta, me estremece y me encoge.
En mi transcurrir en la vida he ido creando escondites, concebidos para buscar refugio, pintando sueños en las nubes para que nadie pudiera alcanzarlos, distinguiendo hadas y duendes entre la maleza para poder amar sin tenerles miedo. He ido avanzando a trompicones, y sola. Siempre sola aún teniendo compañía, con la única perspectiva de mi anhelado futuro, el compartir. Siempre alerta por cualquier contingencia, pero con la óptica clara aún cuando no daba pistas la vida de donde encontrarlo. Sintiendo el destierro en soledad, abandonando al desamparo la cólera del mar. Pero sintiendo cada vez más cercano el desencanto y la desesperanza. Sintiendo que aceptaba con serenidad la derrota. Sintiendo que la vida era una divina comedia llena de locos, farsantes y payasos, que me desplazaba por ella sin guía ninguno y que solo un cuento podía hacernos alcanzar las virtudes humanas.
Pero apareciste de pronto en mi vida. Y desde el primer instante quisiste cuidarme con tus ojos. Sentí, sin conocerte, tu velar en la noche y tu abrigo en la escarchada mañana.
Conmovida e inquieta por una emoción que no era capaz de controlar fui entregándome de a poquito. Con turbación y cobardía. Con un sí pero no. Con un ‘cuidado’ siempre colgado del hombro.
Pero es tu entrega, y tu dedicación quién todo lo teje. Tu ofrenda en pequeños fascículos quién va levantando la historia. Tu saber escuchar y querer entender, tu querer conocer e inmiscuirte en mi pensar, con mi plena aprobación y entusiasmo. Tu gran forma de amarme. Tu necesidad de cariño, desde dentro y hacia fuera. Tu querer ser más que dos. Tu fusión. Tus detalles, a cada instante, tu noble corazón. Tu amplio horizonte cuya imagen contiene ya dos sombras cogidas de la mano. Tu querer estar ahí, para siempre, aunque solo el tiempo pueda poner la última nota, la última palabra.
Y por esto, y por cosas que aún voy descubriendo… has hecho que salte al vacío, que me lance a esta historia con una seguridad que aún no domino, que me es desconocida, y sobre todo, con una desmedida felicidad que aún me exalta por no saber si puede ser de verdad real.
Parpadeo:
‘Esa pared me inhibe lentamente
piedra a piedra me agravia
ya que no tengo tiempo de bajar hasta el mar
y escuchar su siniestra horadante alegría
ya que no tengo tiempo de acumular nostalgias
debajo de aquel pino perforador del cielo
ya que no tengo tiempo de dar la cara al viento
y oxigenar de veras el alma y los pulmones
voy a cerrar los ojos y tapiar los oídos
y verter otro mar sobre mis redes
y enderezar un pino imaginario
y desatar un viento que me arrastre
lejos de las intrigas y las máquinas
lejos de los horarios y los pelmas
pero puertas adentro es un fracaso
este mar que me invento no me moja
no tiene aroma el árbol que levanto
y mi huracán suplente ni siquiera
sirve para barrer mis odios secos
entonces me reintegro a mi contorno
vuelvo a escuchar la tarde y el estruendo
vuelvo a mirar el muro piedra a piedra
y llego a la vislumbre decisiva
habrá que derribarlo para ir
a conquistar el mar el pino y el viento’
(Mario Benedetti)
1 comentario:
Nakupenda
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