Cuando un alumno no decide prácticamente nada y se le obliga a hacer lo que se manda en todo momento, y que además suele ser parecido, no es de extrañar que aparezca el desinterés, la pasividad y la muerte de la curiosidad natural y el deseo de aprender y experimentar. Corrigiendo constantemente a los niños, los hacemos sentirse inferiores.
REBECA WILD
martes, noviembre 25, 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario