lunes, julio 16, 2007

Te echo de menos... (te tomo prestado este tesoro de imagen tuya)


Hace un tiempo voló a mi lado una mosquita que me dedicó este dulce cuentito. Y días de paraíso.

Ahora lo traigo a mí, quizás porque echo en falta su esencia... su aguijón y su filosofía.

Por fin, hoy vuelvo a la ciudad de los colores, donde habita la mujer perfecta. Donde sonrisa rubia, donde curvas montaña, donde manos llave, donde piel tierra, y húmeda y roja, y mil dedos que se enroscan y te apresan, y un arrastrar dulce que te mece y te calma, o lo mismo esa tarde aliento y jadeo y carne de gallina, y es también un estirar de pies y cojines, y té caliente mientras fuera la lluvia y unos labios bebé y una carcajada de horas sin sentido y es el papel que gana a la piedra y también lágrimas que son nombres, que al final palabras, que luego se lleva el viento, pero a ella no, porque es piramide, faro y almena. Es, ya digo, la mujer perfecta.
La mosquita.

A Mo, la sonrisa rubia.

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