lunes, julio 23, 2007

Pluma caída

Ya estará de vuelta en su redacción, rodeado de gente que entra y sale, charla y clava los ojos en mil letras digitales que deslumbran sus pupilas. Mochila al hombro busca su mesa, su espacio, burbuja. Abatido por el cansancio cae a plomo en su silla. Estira el brazo y enciende su herramienta de trabajo. Comienza a encontrarse en casa.

Necesita descorchar su cabeza. Salto y máquina de café, uno con leche. Mientras la mágica caja ruge y chirría, él mira sin mirar, con la cabeza en otra parte, como cae primero vaso, azúcar, café y leche.

Agarra el vaso plástico por el borde, se desplaza de nuevo a su mesa. Sopla el humo que sale y éste dibuja un pájaro que en segundos se esfuma, se mezcla con la transparencia de los hilos de aire. Al fin y al cabo – se dice -, siempre que avistamos un pájaro, tiende a desaparecer, por lo que… qué ha de extrañarme de éste?

No hay manera de borrar la bruma, el desconcierto y el miedo.

No hay forma de centrar ideas, de entender lo que está oculto, lo que le es forastero a su ser. De creer que si, pero bañarse en un no…. Parece que su cabeza ha subido en el primer vagón del tren que viaja sobre las curvas vías en montaña rusa.

Dedos que presionan teclas y ensayan ideas.
Tres reportajes por cerrar, por editar, por pulir…
Pero la pluma caída del pájaro no le deja funcionar. O es quizás el pájaro quién revolotea en círculos acechando a su presa? No.

No hay cazador ni cazado en esta historia.
Solo café, letras y humo de tabaco que mezcla melodías.
Una Azima y una Alhaja que se encuentran, y que con sus cargas provocan desequilibrio.

No hay engaños ni personalidades disfrazadas.
Solo hay cariño, sueños y necesidad.
Una proyección que enseña a los protagonistas a volar, a entender la reserva, la mesura.

No hay patio de recreo, no hay juego.
Solo entrega y una vida correlativa, energía recíproca que inunda toda imagen venidera común. Una cinta sobre la que andar descalzo y a solas, mientras el otro te cuida de la caída.

No hay trampas, usos ni abusos.
Solo compañerismo, delirio por compartir quimera. Una tremenda fuerza que mueve sus corazones y que solo el tiempo sabe a donde les ha de llevar.

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