miércoles, junio 27, 2007

... hace un tiempo, me sentía árbol.

Pasean mis hojas por el parque mientras el sol no provee brillo a la mañana. Yo inmóvil, mi condición, tan solo observo (días así no muestran esperanza).

Por una extraña razón, un joven peregrino, ahora, acostumbra mi compañía en tardes de visita. Y libero, desde entonces, oxígeno que adivina gozo.
Caminante. Que vaga por extrañas tierras, hermoso, migratorio en alma.
Y es éste el lugar donde ahora mora, y me musita.

Joven, que bien se sabe excluido. Vive sobre la muerte, impregnando con su olor el sufrimiento. Bellas ideas enfermizas con las que convive, al igual que toda su generación, cuya psique enferma (cada día más ciegamente).

Ese joven peregrino anacrónico, encerrado entre los tiempos de vacío, agonizando se viste su espíritu, aburrido de la continuidad de sus días. Satisfecho, al menos del no dolor, repite diariamente su rito;

Camina despacio hasta mi, se detiene observándome (siempre) por primera vez.
Levanta su brazo remangando la no manga, y con suavidad pasa sus yemas por cada fisura seca de mi piel, parece que quisiera memorizarlas. Seguidamente acerca su nariz, y al inhalar, se lleva partículas húmedas, perfumadas de moho, recogiendo parte de mi materia, la esencia. Parece que estudiaba el sonido de mis formas.


Mi savia anunció, desde el inicio, la pureza en su alma.
Su llegada, es una carrera de células por mis ramas intentando beber, de una punta a otra, aumentando mi presión a la corteza. Me devuelve a la vida.
Es entonces, cuando siento como los brotes más jóvenes de mis ramas se estiraban hasta alcanzar su seda, mientras él se sienta.

.... otro cuento hecho de polvo de hadas amigo, - susurra -.

Y es el vacío quién esta noche encenderá mi vela. Pues yo no quiero ya soñar mutilando a la ilusión, no quiero bañarme con la fantasía en el mar, si ella no está sedienta de estrellas. No quiero más nunca rozar la dilección, ni que me lleve de paseo a su jardín de flores malditas (mordiscos amargos por su lacónico sabor).... no quiero amigo, no quiero.


Mi tronco solo sabe de esperar, como espera cada día que tu espalda acaricie la corteza. Soy árbol, que resiste antojadizos huracanes, que aprende a moldearse y resistir. Árbol que da sombra, mas a nadie cobija.

...Triste amigo, triste vivir en éste teatro, donde los actos no concluyen en realidades, sino tan solo en eso, representaciones en las que todos participamos para formar parte de esta patraña, esta divina comedia como alegoría de la vida (la vida del hombre!). Circo de indescriptibles payasos y fieras hambrientas que todo engullen, mientras, por el palco pasean almas desnudas, ateridas de frío, buscando quietud en tanta oscilación, tanto ruido, tanta risa, tanto público endemoniado que se sienta a observar dolor ajeno. Angustia, ansiedad, realismo, la esencia del suicida. Es esto, esto es la vida?

Sube el tono al hablar, busca su mirada y abraza mi contorno impermeable, que se hace esponja de él. Sus latidos atraviesan mi leña, hondas que se propagaron a mis raíces y de allí, a la madre tierra.

Sí lo se, -dice el joven-, el caos al final, es proporcional al grado de conocimiento. Enfermedad que solo agrade al talento. Al espíritu que busca. Al rebelde e individual.

Buscando siempre sentido a la existencia!!

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